Dios te eligió para que seas su princesa. Descubre tu llamado único en estas cartas íntimas y prepárate para transmitir tu verdadera belleza y carácter a las generaciones futuras.
Este hermoso libro a color abrirá los ojos de las mujeres para que se vean como Dios las ve. Muchas ni siquiera saben que son hijas del Rey... elegidas para ser sus princesas. En algún momento entre la niñez y la adultez los sueños de hadas de ser amadas cambian por una identidad empañada por sus propias inseguridades y los mensajes confusos de los medios de las redes sociales.
Ahora, estas encantadoras cartas escritas desde la perspectiva de Dios les demostrarán que toda mujer es bella justo como es. Si caminan con confianza hacia el propósito que Dios les trazó, toda mujer podrá ser una bendición para otros, incluso para las generaciones futuras.
A medida que tu alma se empape de estas cartas de amor de tu Rey, afírmate en la verdad acerca de
- quién eres,
- por qué estás aquí,
- cuánto él te ama.
Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús. — Efe sios 2:10
His Princess
God chose you to be his princess. Discover your unique calling in these intimate letters and prepare to pass on your true beauty and character to future generations.
This beautiful, full-color book will open women's eyes to see themselves as God sees them. Many don't even know they are daughters of the King.... chosen to be his princesses.
Somewhere between childhood and adulthood fairy dreams of being loved are changed by an identity tarnished by their own insecurities and the confusing messages of social media.
Now, these lovely letters written from God's perspective will show you that every woman is beautiful just as she is. If you walk confidently toward the purpose God has outlined for you, every woman can be a blessing to others, including future generations.
As your soul soaks in these love letters from your King, hold fast to the truth about:
- who you are,
- why you are here,
- how much he loves you.
For we are God's workmanship, created in Christ Jesus. — Ephesians 2:10